10.11.05

Una sonrisa

A veces, sin motivos, uno de los muchachos sonreía. Aquel siempre era un gran día. De repente, sin avisar, sin nada por lo que hacerlo, desplegaba una enorme sonrisa. Y todos comenzábamos a reírnos como un coro desafinado y ruidoso. Nuestra risa llenaba el local donde estuviésemos. No hacía falta siquiera hablar. Nos mirábamos a los ojos y reíamos. Cualquier día podía ocurrir una cosa así. Aunque esos días eran poco frecuentes. Casi nunca sucedían porque nunca había motivos para reír. Pero de vez en cuando uno de los muchachos se atrevía a desafiar a la realidad con una sonrisa. Y todos lo celebrábamos riendo con él. Aunque sabíamos que eso no cambiaría nada.

No hay comentarios: