5.11.05

Joey Calzon

Le miró a los ojos fijamente con el miedo oculto por la rabia. No quedaba otra salida. Estaba allí parado sujetando su futuro entre unos dedos flácidos. Temblores arrepentidos. El odio condensado se filtraba en las palabras de Joey Calzon. Por qué había llegado a ese punto no lo sabía. Cómo acabaría aquello, tampoco. La imprudencia del caballo desbocado le dejó indefenso contando minutos por segundos. Dos ya no serían. Uno quedaría. Elige tú las armas, ofreció.

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