5.11.05

Los ojos de la serpiente

Tenía siete caras el dado que lanzaba contra la pared. Un puñado de billetes aguardaban quietos sobre el suelo. Los ojos de la serpiente, suplicaba. El matón de la calle 34 le miraba esperando cualquier otra tirada. El futuro a veces se quedaba esperando. Era una niña con largos rizos rubios. Eran dos trenzas destrenzadas y un balcón abierto. Sujetó los pequeños cubos en su puño cerrado y apretó los párpados. Los ojos de la serpiente, soñó. Sonaba un violín en un club dos manzanas más allá. La noche se había marchado. El futuro permanecía aguardando la sentencia del juez azar. Los ojos de la serpiente, rezó. Cuando abrió los dedos y disparó el plástico contra el yeso blanco, sus pestañas se congelaron.

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