8.11.05

¿Dónde estás?

Su padre se había marchado cuando él cumplió los trece. Desde entonces recibía una postal al año, un regalo envuelto cada fin de curso y una llamada telefónica que su madre no le pasaba cada cumpleaños. Nos abandonó para que muriésemos, decía su madre, cada vez que el calendario señalaba 16 de marzo. Hace ya catorce años de aquello. Su padre le contó en una carta que no pudo resistir la tristeza de un matrimonio roto. Lo hice por vosotros, le explicó, entre sollozos, en la primera llamada que pudo coger, porque su madre no estaba en casa cuando cumplió los veinticuatro. Habían pasado once años. ¿Dónde estás?, nos dijo después, en el bar, con el abrazo de los muchachos aliviando el frío familiar, que le había preguntado. No importa hijo. Puedes decir que estoy muerto.

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