8.11.05

Dejamos el colegio

El día que dejamos el colegio lo celebramos como si hubiésemos conseguido dejarlo igual que lo dejaban el resto. Ellos iban con sus diplomas. Nosotros, con nuestras cartas de expulsión. Ese día bajamos la calle principal del barrio en formación. Todos alineados de acera a acera bloqueando el asfalto. La cabeza bien alta y una amplia sonrisa. Los muchachos y yo sabíamos que aquello marcaría a los niños más pequeños del barrio. Cuando alguien crece en un lugar cuyo padre se mata a trabajar durante el día y luego se mata a beber durante la noche, es necesario poder tener a alguien que dé ejemplo. Nosotros éramos su referencia. Aquella lección debían aprenderla ellos solos. Pero los muchachos y yo podíamos ayudarle a comprender el mundo.

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