10.11.05
Nochevieja, 1985
La nochevieja de 1985 había sido la mejor del barrio. Todos se habían echado a la calle para celebrar la llegada del nuevo año. Los hombres descorchaban botellas de vino mientras sus mujeres compartían bailes con los vecinos. Los niños corrían de lado a lado, entre el confeti, en mitad de una batalla campal de corchos de botella. Los muchachos y yo contemplábamos la escena entre abrazos. Aquel era nuestro barrio. Aquella era nuestra gente. Aquello era lo más cerca que nunca estuvimos de la felicidad. El amanecer rompió el hechizo, pero a nadie le importó entonces.
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