25.2.10

Esta tierra ya no es nuestra

Se equivocaron nuestros padres. Como se habían equivocado los suyos. Y así para atrás. Podéis retroceder dónde queráis, hasta el momento preciso en el que todo se convirtió en mentira. No sé cuándo fue. Pero tuvo que existir. Desde entonces dejó de ser cierto. Lo que pisaban no les pertenecía ni les pertenecería. Trabajar allí era vivir aferrado a la mentira. Lo sabían. Estoy seguro de que lo sabían. Pero aún se empeñaron en decirnos lo mismo que les habían dicho sus padres. También ellos supieron que era mentira. Lo sé. Nadie puede vivir creyendo algo así tanto tiempo. Pero lo hicieron. Quizá tuvieron suficiente con eso para resistir. Quizá pensaron que sin aquello todo sería mucho duro. Eso si es que las cosas pueden llegar a ser mucho más duras. A mí las palabras me resuelven poco en ciertos momentos. Nunca soporté a los charlatanes y a los predicadores. No dejaría, no, que mis padres fuesen como ellos. Pensaría que les engañaron sus padres, y a ellos a su vez los suyos, y así hasta el momento en que la verdad desapareció y la mentira se convirtió en la única verdad que llevarse a las manos. No, yo lo sé, nunca más se lo diré a nadie. Hasta aquí ha llegado. Esta tierra no es mía. Esta tierra nunca será nuestra.

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