24.1.10

Déjalo, mujer

No les preguntes a los muchachos por mí, mujer. Déjalo. Ya pasará. No podemos hacer nada. Los dos sabíamos que aquel era un tren que no debíamos coger. Lo hicimos, sí. Quise hacerlo. Sabes que soy de los que prefiere saltar en marcha, esté donde esté. Pero sabíamos que deberíamos saltar. ¿De qué nos sirve engañarnos? ¿De verdad pensaste que saldría bien? ¿Que seríamos capaz de huir? ¿Que tu familia no intentaría buscarte? ¿Que ibas a cambiar tu placidez por mi incertidumbre? No. Yo sabía que no. Las sogas más fuertes son las que nos apretamos nosotros mismos. Lo vi en tus ojos. Sí, pero quise hacerlo. Siempre hay que intentarlo. Ya lo sabes. Hemos aprendido a no aprender ya de los errores. Mejor repetirlos. A veces sabemos que no ganaremos una pelea. Lo sabemos porque hay hombres enormes y con brazos capaces de desmantelar barcos. Pero aún así nos ponemos en frente y tratamos siempre de que nuestro primer golpe sea el definitivo. Si no sufriremos. Sí, claro. Siempre es igual. Tú no ibas a ser diferente. Lancé mi primer golpe pero no llegó. Los dos sabíamos que no funcionaría. No preguntes a los muchachos más por mí. Déjalo. Ya pasó.

No hay comentarios: