30.1.10

Nadie contestó

No estábamos preparados para aquello. No aquella noche. Era sólo una noche más. Sábado. Tres cervezas. Todos alrededor. Nada importante. Risas y nosotros. Poco más necesitábamos. Pero uno de los muchachos no reía. Apenas bebía. Estaba allí, sentado en su taburete, mirando la mesa. Se acumulaban las botellas a su alrededor. Jugueteaba con una chapa. Nadie le preguntó. Cada uno necesita sus espacios. Ahí estábamos. Él lo sabía y con eso bastaba. Cuando quisiera hablar escucharíamos. Mientras tanto reíamos. Bebíamos. Anécdotas de ayer. Promesas de mañana. Todo como siempre. Hay rutinas que son el único hogar al que uno quiere volver. Con la cuarta ronda, rompiendo las carcajadas de los muchachos, habló. “¿Habéis pensado alguna vez, cuando están las ventanas abiertas, si os atreveríais a saltar al otro lado?”, nos preguntó. Después bajo de nuevo la vista y siguió jugando con su chapa. Nadie contestó.

No hay comentarios: