29.1.10

Salgamos a la calle

Me alargó las cerillas y encendí una sin mirarlo. Prendí el cigarrillo y se las devolví deslizándolas por la barra. Gracias, susurré. Incluso en esos momentos había que conservar el respeto. El camarero me sirvió la cerveza. Del primer trago la dejé a la mitad. Traía sed, sí, pero el cuerpo, sobre todo, lo necesitaba. Después me bebí el tequila. Fumé tranquilo el cigarrillo, mirando al techo, jugando con el humo que salía de mi boca. Escuché la canción y sonreí al ver a una pareja al fondo bailando aferrados en la oscuridad. Daba igual que la canción pidiese movimiento. En esos momentos ellos escuchaban otras notas. Terminé mi cigarrillo, lo apagué en el suelo con la puntera de mi zapato y expulsé lentamente la última bocanada de humo blanco por la nariz. Me giré, le tendí el billete al camarero y terminé mi cerveza. Quédate con el cambio. Me giré entonces hacia aquel tipo y le dije: vamos, salgamos a la calle ya, terminemos esto de una vez.

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