31.10.10

Besaba con los ojos

Ella bailaba con los labios. Besaba con los ojos. Agitaba las manos sacudiendo el humo. Y cada vez que movía el culo, aunque la música no acompañase, amanecía. Y ya no estábamos borrachos. Pocas mujeres sabían comportarse como ella. Le veíamos. Nos miraba al otro lado. ¿No estáis bebiendo demasiado, chicos?, preguntaba, mientras volcaba de nuevo la botella sobre nuestros vasos. Y cada vez que nos sonreía desaparecíamos de allí y despertábamos solos en una playa con palmeras, dos botellas de champán y un biquini ridículo desatándose entre nuestros dedos. Sólo segundos. Suficiente para volver a empezar. Fueron muchas noches. Todo mentira. Cuando se recuperó del infarto, el camarero de siempre volvió a su barra de siempre. Ella se fue. No volvimos a pedir whisky. Aún saboreamos su última copa. Nunca quiso venirse conmigo. Has bebido demasiado, repitió. Sonrió y temblé. Y se marchó, dándome la espalda, moviendo el culo. Y aunque amanecía ya, entonces anocheció.

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