21.6.10

En su habitación

Se encerraba en su habitación para soñar. Y no necesitaba más. Con la radio sonando atronadora y tapando las voces al otro lado. Así, haces bien, muchacha, no puedes escuchar a tu padre. Las fauces húmedas al otro lado del cristal. Las fotos de sus héroes en la pared. Correr a casa cada día. Apagar las luces. Buscar otro mundo dentro de éste. Algo, siempre, brillará en un rincón. Lo sabía. Por eso apenas salía de su refugio. Su guarida. El único lugar en el que podía huir por unas horas. La única estación para desaparecer. El único consuelo para una salvación que, en cualquier momento de la noche, desaparecía cuando aquel tipo abría la puerta. Entonces llegaba la tormenta. Déjalo, chica, no llores más. Déjalo ya. Rompe los muros. Olvida tu habitación. Tendrás que correr más.

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