3.5.10

No éramos héroes

Capaz de todo. O casi todo. Nunca había hombres demasiado grandes ni demasiado fuertes. Nunca había mujeres inalcanzables. Nunca había nada contra lo que no pudiésemos hacer algo. Cualquiera de los muchachos podía silbar y sabía que allí nos tendría. Siempre dispuestos. Siempre a su lado. Así éramos. La muerte pasó muchas veces a nuestro lado rozándonos las faldas de los abrigos. Supimos esquivarla. Eso pensábamos. Nunca logrará abrazarnos. Esa mujer no. Reíamos en el bar convencidos de ello hasta que la noche nos engullía, a esa hora en la que el resto de los hombres sólo lloran. Éramos diferentes. Fuertes como barcos y únicos como nosotros. Nadie como nosotros, nos decíamos. Dispuestos a salir. Siempre listos para la acción. Apenas alguien tenía que llamarnos y allí estaríamos. Los muchachos y yo. Cualquiera que nos necesitase. Cualquier que quisiera encontrarnos allí nos tenía. No importaba para qué. Éramos capaces de todo. Nunca hubo nada imposible. Nada que nos asustase. Nada que pudiera acabar con nosotros. Por eso aquella madrugada no reímos. Alguno incluso lloró. No es fácil descubrir que uno no es el héroe que creía ser.

No hay comentarios: