5.4.09

No vuelvas más

No vuelvas, chillo. No vuelvas más, volvió a chillar. Todo ha terminado, dijo. Todo esto es ya ceniza, repitió. No vuelvas más, me suplicó. Márchate y desaparece, insistió. Ya no queda, lloró. Aquella noche sucedió todo. Era la misma noche que ayer. Iba a ser la misma noche que mañana. Yo sólo me acerqué a buscarla. Me acercaría al portal, llamaría y ella bajaría. Caminaríamos un rato por el barrio, hablaríamos y después le diría adiós. No era nada serio. Sólo hablábamos. Apenas nos besamos tres veces, apenas sin quererlo, nos dejábamos llevar. Pero no era amor ni sexo ni nada. No era nada. Sólo me sentía bien cuando estaba con ella. Los muchachos lo notaban y no decían nada. De cualquier otro se hubieran reído. A mí me dejaron que compartiese aquellas noches con aquella muchacha. Sólo hablábamos. No quería nada más. Sólo quería otro horizonte. Sólo quería una ventana que no diese al mismo lugar que todas las ventanas por las que me asomaba. Aquella muchacha era aquella ventana. Pero esa noche no era la misma que ayer ni la misma que mañana. Sus padres le habían dicho que no debía verme. Sus padres le habían dicho a aquella muchacha que yo nunca sería de fiar. Me escaparé con él, me contó que les había soltado. Después chilló. No vuelvas más, me repitió. Todo son cenizas. No había huída posible. Menos los dos. No quiso entenderlo. Así, solos, estamos mejor.

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