12.12.05

El perro

Apareció un día por el barrio, husmeando entre los cubos de basura, cojo, flaco y mugriento. Los niños lo vieron y se encariñaron con él. Lo lavaron y le dieron de comer. A las dos semanas estaba rollizo y había dejado de cojear. Le lanzaban pelotas y él las traía de vuelta. Daba saltos y se dejaba acariciar por todo aquel que se le acercaba. Los niños reían. Era de todos y de nadie. Dormía acurrucado bajo las escaleras de los portales. Una señora le puso una manta y allí se echaba. Un noche un coche atravesó la calle principal a toda velocidad. No era habitual en la zona. A la mañana siguiente amaneció muerto sobre la calzada. Los niños lloraron y durante semanas dejaron de reír. Las alegrías duran poco. Así lo descubrieron.

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