Entró al bar con los ojos desencajados como si hubiera visto
su cadáver en el espejo. Con las manos temblando. La respiración entrecortada.
Nos buscó torpemente entre los cuerpos y cuando llegó a nosotros nos miró como
si estuviera mirando la pared detrás de nosotros, atravesándonos sin vernos. No
puedo respirar, nos dijo. Me va a estallar el corazón. Algo me está devorando
por dentro. Apenas podía hablar. Lo hacía resoplando. Sacando fuerzas de las
entrañas para exhalar cada palabra. Girando la cabeza para mirarnos a todos sin
alcanzar a centrarse en nuestros ojos. El corazón, es el corazón. Se me escapa
del cuerpo. No responde. Voy a explotar y os prometo que no he tomado nada para
estar así. Nunca estuve así antes. Ayer estuve con ella. Hoy me he despertado
solo. Y ahora no puedo respirar. Voy a distintas velocidades y ninguna la
controla mi cerebro. Los muchachos le miraban sorprendidos. Sin pronunciar
palabra. Esperando cada nueva palabra que pudiera pronunciar. Le puse la mano
sobre el pecho, con la palma extendida, buscando los golpes del corazón. Después
me giré hacia la barra y pedí un trago de whisky. No te vas a morir, chico. No
al menos hoy. Tómatelo. Después sal a buscar a esa chica y bésala.
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