5.12.10

El hombre de la fotografía

Cuando te miraba, al otro de los ojos, al fondo de la conciencia, veías que el futuro no existía. Tenía las pupilas cansadas. Una vida convertida en surcos alrededor de los párpados. Las cejas alborotadas, grises, puntiagudas. El blanco del iris convertido en rojo. La mirada ausente, en otro lugar, en otro tiempo. Era el mismo hombre que sonreía desde la fotografía en blanco y negro. Allí, los brazos en alto, la multitud voceando su nombre. Desde un trono de hombros que lo aupaban. El mismo congelado en la pared de aquel bar. Ahora, a este lado de la barra, bebía mientras miraba su reflejo en el cristal de la imagen. Siempre en la misma posición. Siempre frente a sí mismo. Aún le llamaban maestro al entrar. Le dejaban beber tranquilo. Sin hablarle, como le gustaba.

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