26.8.10

Maldito perro hogar

Hubiera preferido no volver. Imagino que no tengo nada que decir. O que lo que puedo decir es mejor no decirlo. O que mejor me gustaría inventarme algo que decir. La realidad es puñetera. La verdad es como un análisis de sangre. No engaño al doctor con los resultados delante igual que no me engaño a mí mismo. Sólo los muchachos hacían la vista gorda. Como yo la hacía con ellos. Conocíamos policías en otros barrios que miraban el cielo azul buscando nubes cuando un camión se acercaba a esquina. Vigilantes a los que le saltaba la alarma de la vejiga cuando algunos tipos se acercaban con las manos en los bolsillos. Nosotros éramos igual. Sí, pero sabíamos que nos acobardábamos. Preferíamos hacerlo a insistirle a uno de los muchachos tantas veces que abriese los ojos. Aquello no cambiaba nada. Nadie mentía después. Todos sabían que el doctor seguía ahí, al otro lado, con las gafas asomadas a las nariz y voz de malas noticias. Simplemente nos dábamos respiros. No siempre necesita uno que le digan que está perdido para saber que está perdido. Sinceramente, hubiera preferido no volver. Haciéndolo me he vuelto a dar cuenta de que estoy perdido. No ha hecho falta esta vez que me lo dijese nadie. Bienvenido, dice mi felpudo. Maldito perro hogar.

1 comentario:

Nuria Cortés dijo...

Me gusta ;)
Lo acogedor siempre acaba por ser claustrofóbico... el felpudo, el sofá, las mentiras, las vueltas y revueltas...

Te seguiré visitando a ti y tus muchachos.