15.3.13
La nueva frontera
Nos dimos la mano bajo la luz de aquel
túnel y nos marchamos. Cada uno caminando hacia un extremo. Hacia
las siluetas de los nuestros al fondo. Nos esperaban allí, fumando,
inquietos, apoyados en las paredes de aquel pasadizo. Aguardando un
gesto, una señal. Cualquier indicio de que había llegado el momento
de cruzar al otro lado o de volver por donde habíamos venido antes.
Les miré al llegar a ellos. Asentí. Asintieron. Dieron la última
calada a sus cigarrillos y los lanzaron lejos, con desgana. Después
nos fuimos. No hablamos de regreso. Nadie dijo nada porque no había
nada que decir. Al otro lado del túnel la escena habría sido parecida.
Un leve movimiento de cabeza y todos de nuevo a casa, al territorio
conocido, lejos de aquella barricada recién levantada, al lado
propio de la frontera que acabábamos de trazar. Ninguno de los
muchachos se hubiera echado atrás. Ninguno hubiera retrocedido
entonces ni se lo hubiera pensado. Sabían que estábamos allí para
llegar hasta el final de aquello, fuese cual fuese aquel final. Pero
todos respiraron aliviados con los ojos. Como yo. Aunque no lo dijéramos
porque no necesitábamos decirlo. Aquel tipo y yo nos habíamos
repartido nuestro mundo. Nos dimos la mano y las espaldas. Y
volvimos con los nuestros.
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2 comentarios:
Me gusta cómo y lo que escribes
Muchas gracias, Marta V. y por la visita.
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