9.12.12

Nada existía ya

Cuando entré a aquella casa no quedaba nada de ella. Los armarios vacíos. El sofá aquel frente a la radio convertido en un desierto. Las paredes blancas. Ni la nevera, donde escondía las cervezas al fondo, parecía ya la misma. Me giré y salí de allí, como queriendo asegurarme que no me había equivocado de puerta y estuviera viviendo la vida de otro hombre. Pero era la mía. Aquella era la vida a la que regresaba, tras una ausencia que todavía no puedo contar. Con los bolsillos vacíos y un alma pequeña, como decían los grandes emperadores, arrastrando un cadáver. Nada existía ya.

1 comentario:

Nuria Cortés dijo...

Sin comentarios. Simplemente no se puede añadir ni una coma más. Me quito el sombrero.